Las 7 vidas de Leo Belami by Nataël Trapp

Las 7 vidas de Leo Belami by Nataël Trapp

autor:Nataël Trapp [Trapp, Nataël]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2019-01-01T00:00:00+00:00


9

A la mañana siguiente me despiertan los primeros rayos del sol. El cielo ya está azul: otra jornada perfecta empieza en Valmy-sur-Lac. En cuanto abro los ojos tomo el móvil. Tengo dos mensajes, pero no me molesto en consultarlos. Voy a Google y tecleo «Daniel Marcuso».

Las palabras de Tony, ayer por la tarde —hace treinta años— todavía resuenan en mi cabeza y me dan escalofríos: «Estás muerto, Marcuso, ¿me oyes?».

¿Qué ocurrió a continuación? Pues ya casi ni me acuerdo. Volví a casa, cené a solas (el padre de Étienne ya se había dormido en el sofá de la sala, con los efluvios de la cerveza y del pastís que emanaban de su cuerpo barrigón) y luego me acosté, agotado.

Google tarda un poco en mostrar los resultados de la búsqueda. Cuando por fin se actualiza la pantalla hago que desfilen con un movimiento del pulgar. Supongo que no hay decenas de Danieles Marcuso en la tierra. Doy con una página web personal que me llama la atención: <www.danielmarcuso.com>. Inmediatamente clico. La página de acogida anuncia: «Fotógrafo profesional», y luego un menú de navegación con las pestañas siguientes: biografía, book, publicaciones, contacto.

Durante unos segundos, oscilo entre la sorpresa y el alivio. ¡Daniel Marcuso no está muerto! Tony no llevó a cabo su amenaza. Aún oigo su voz llena de rabia. Veo también el rostro rollizo de Daniel a la sombra del pinar, con la cámara en las manos, pillado in fraganti. Pero no solamente no está muerto —ha sobrevivido a su adolescencia, lo que ya de por sí no está mal—, sino que además parece que se las ha apañado bastante bien. «Fotógrafo profesional», según el sitio web.

Clico sobre la pestaña «Contacto». Sale una dirección de correo electrónico, seguida por un número de teléfono y una dirección postal: «Carretera del Lago, 9, Valmy-sur-Lac».

Es la casa en la que vivía su abuela, hace treinta años. Supongo que en algún momento murió, y que Daniel la heredó. Veo las escaleras de madera, la habitación pequeña de arriba. Los pósteres de The Cure en las paredes. También veo la caja de fotografías escondida bajo la cama. Esas fotografías robadas, secretas, prohibidas. ¿Qué secretos seguirán guardando?

De pronto, las imágenes del anuario se ponen a danzar ante mis ojos. Las fotografías de la fiesta de fin de curso. Daniel Marcuso lo fotografió todo. Todo. Y luego, con extremo cuidado, lo había guardado bajo la cama. ¿Y si supiera más cosas de las que él mismo pensaba?

¿Y si fuera él la clave del enigma?

Me encuentro con Areski frente a su casa, como todas las mañanas. Tiene dificultades para salir de su portal, porque las ruedas de la silla se traban en el batiente de la doble puerta. Lucha durante unos segundos y luego, con un movimiento de la muñeca, consigue liberarse. Se reúne conmigo en la acera. Son un poco menos de las siete y media. Sonríe, hace que las ruedas crujan contra la grava, en plan derrape. Me recuerda a Vin Diesel en Fast and Furious.

—Let’s go! —exclama.



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